Aun siendo una necesidad prioritaria para el ser humano, las relaciones no siempre son sencillas ni fáciles de mantener. Las relaciones, entendidas como entidades diferentes a las personas que la integran, deben ser cuidadas y alimentadas como si de un organismo vivo se tratase. Desgraciadamente no existe una "fórmula mágica" o receta que podamos aplicar para asegurarnos el éxito en nuestras relaciones de pareja.
El formar parte de una pareja es voluntario, es una decisión personal que tomamos en un momento dado de nuestras vidas, decidimos unirnos emocionalmente a una persona que consideramos el o la compañera ideal. Ahora bien esta voluntariedad debe ser un continuo en la relación ya que el que es libre para estar con otro también lo es para dejar de estarlo. Tener esta idea presente nos ayuda a cuidar la relación y a cuidar del otro.
Este concepto también incluye las cosas que hacemos por el otro desde la libertad. Si algo hacemos por nuestra pareja debe ser voluntario, por ejemplo, mi pareja quiere ir a un concierto y le gustaría que le acompañara. Es decir, de todas las personas que conoce quiere que sea yo quien comparta esto con ella. Es posible que a mi el grupo no me guste mucho, pero si pongo en relevancia su deseo de que sea yo la persona que comparta con ella esa experiencia importante, es muy posible que quiera acompañarla.
Antes de ser pareja somos personas con nuestros gustos, creencias, valores, necesidades y que nos siempre van a poder coincidir con las de la persona que tenemos al lado. Esto puede ser una fuente de conflictos si nos ponemos en la actitud en la que uno gana y el otro pierde, actitud en la cual no respetamos al otro en lo que es, ni en lo que siente ni en lo que necesita.